Es el legado de Buddha,
una técnica de meditación para alcanzar la iluminación. Al menos eso dice
Goenka, un indio de buena familia que sufría unas fortísimas migrañas y
recorrió medio mundo en busca de médicos que dieran con una solución. Ninguno
se la dio, sólo Vipassana.
¿Una técnica milagrosa?
Vipassana
significa "ver las cosas como realmente son"... no como a uno
le gustaría o como uno piensa que son. Esta antigua técnica de meditación
enseña a purificar la mente a través de la observación de las sensaciones
físicas de nuestro cuerpo. En palabras fáciles, concentras la mente en cada
parte de tu cuerpo por separado para sentir las sensaciones que aparecen y
desaparecen en ellas: calor, frío, picor, cosquilleo, electricidad,
pulsaciones, dolor, lo que sea. Algunas de estas sensaciones son placenteras,
otras son molestas. Lo importante no es lo que se siente, sino el cómo
reaccionamos a lo que sentimos. Por ejemplo, si sentimos dolor no hay que
"desear que el dolor desaparezca", sólo observarlo...y mágicamente al
cabo de un tiempo desaparece. Lo mismo con las sensaciones placenteras, se
trata de "no desear que continúen", observarlas y el deseo de que
continúen también pasa. Al final es lo de siempre, la famosa Ley de la
Impermanencia, "todo llega y todo pasa", Anicca. La idea
es muy simple: todos los deseos generan más deseo, y a su vez generan apego a
estos deseos, y cuando uno no los puede tener, entonces generan miseria.
Conclusión: si conseguimos no apegarnos a estos deseos, seremos felices.