miércoles, 5 de noviembre de 2014

Al Otro Lado...


No es una cárcel, ni un vagón de reclusos… es un día de mercado en Dajabón. Es viernes. Son las 7:50 am, las puertas de la frontera entre República Dominicana y Haití están a punto de abrirse: sólo dos días a la semana estas puertas se abren para permitir que ambos pueblos se mezclen en este Mercado Fronterizo de Dajabón.


Meto mi cámara por entre los barrotes para fotografiar "el otro lado"…me increpan, no les gustan las fotografías. Así que me conformo con lo que se ve desde este lado…un montón de manos y pies… El calor va aumentando poco a poco, las expectativas a este lado también…se acercan las 8:00 am, las puertas están a punto de abrirse... Los guardas de la frontera nos advierten que nos quitemos de en medio… "esa gente no se paran no, quítense de ahí"…



https://www.youtube.com/watch?v=nHGC15DGj2E



Nuestras mentes son incapaces de asimilar todo lo que ocurre, de ver todo lo que pasa, todo lo que se mueve, todo lo que se siente. Son millones de sensaciones y de emociones en pocos minutos. Estas personas cargan todo lo inimaginable en sus cabezas…quién sabe de dónde vengan caminando con todas esas mercancías a cuestas para venir a ganarse el pan a este mercado, un lugar y un evento imposible de entender, inconcebible, impresionante, intimidante, inolvidable, interminable, indomable.  Un evento que desafía cualquier pacto de inmigración...




Mi compañera no puede evitar emocionarse al ver que no todos tienen la misma suerte… no todos consiguen su propósito de cruzar… y no es precisamente agradable la forma de hacérselo saber...

No sabemos qué llevaba este chico…pero a los guardias fronterizos no les gustó

Pero los demás continúan, porque así es esta frontera, sólo apta para supervivientes… y en este mercado de esto es de lo que se trata, de sobrevivir.


Y así el ciclo se repite, de viernes a lunes y de lunes a viernes…


Cosas de Orangutanes


Nunca pensé que ir a ver a los afamados orangutanes de la isla de Sumatra fuera a ser una "visita" en toda regla. Me habían avisado que quizás veríamos orangutanes, pero que el número de ellos y cuán de cerca los viéramos sería cuestión de suerte...¡como tantas cosas!

No teníamos expectativas. Iniciamos los dos días de trekking por la reserva selvática de Bukit Lawang más tarde que el resto de grupos con Sani, nuestro guía particular. Dos minutos llevábamos y ya vimos el primer orangután, el único macho que conoceríamos. Dos minutos más tarde dos hembras con sus crías. Estaban cerca, muy cerca, tanto que podíamos darles de comer con la mano. Mi cámara no dejaba de dispararse, y la orangutana no cesaba de mirar fijamente a mi objetivo, posaba. Sabía lo que estaba pasando...o eso parecía...con razón están tan cerca de los humanos, según Sani en tercer lugar después de gorilas y chimpancés… 

Candra, la orangutana embarazada



Ellos son eso, Orang Hutan, hombres de la selva en indonesio. Su selva es densa, húmeda, oscura...  hábitat natural de estos simios que han sido diezmados a lo largo del pasado siglo por los incendios provocados para ganarle terreno a la selva y sacarle más partido con la siembra de las palmas de las que se saca el famoso aceite, presente en tantos alimentos y productos que ni imaginaríamos… hay que hacer espacio al negocio, al consumismo, a la avaricia… ¿porqué no robárselo a los orangutanes? Ellos no van a protestar...

Los orangutanes no son simios muy grandes, pero tienen unos brazos larguísimos con huesos y músculos muy fuertes, de vivir "colgados" toda su vida… un abrazo de un orangutan (u orangutana) puede llegar a ser mortal...sino que se lo digan a Sani, que tuvo que pelearse con una que se encariñó con un turista y no le soltaba… 



Sólo hay una orangutana que ha desafiado a los intrusos, a nosotros, los orang kota, hombres de la ciudad. Es Mina, y ella ha decidido correr por la selva molestando a los visitantes. Cuando Mina apareció Sani dió orden de salir corriendo, sorteando raíces, terraplenes, lianas, piedras...una aventura real de vida selvática. Al fin y al cabo este es su medio, no el nuestro...y ellos lo saben. Afortunadamente Mina no consiguió su objetivo, aunque sí logró asustar a más de un visitante que tenía cara de "esto no es un zoo".




Tímidos, atrevidos, necesitados de cariño, hambrientos, juguetones, curiosos… ¡cómo para cuestionar nuestro origen!