miércoles, 1 de febrero de 2012

Los Microcréditos: del círculo de la pobreza al círculo del endeudamiento



Está de moda criticar a los microcréditos, al igual que durante 5 años ha estado de moda alabarlos, adorarlos y fomentarlos. Una moda más, pero esta vez protagonizada por países y ciudades donde los desfiles de pobres son prácticamente los únicos existentes.  Y mucho ha durado la moda….

¿Cómo se explica que durante 5 años todo el mundo haya creído ciegamente en esta herramienta que Mohammed Yunnus puso de moda, pero que no inventó, que pocos la hayan cuestionado, y que ahora de repente, quieran hundirla en la miseria?


Posiblemente porque quizás los intereses, de las mismas personas que vieron beneficios en todo esto en su momento, estén ahora en riesgo o en juego. O quizás porque no todo el mundo ha jugado a las mismas reglas. O quizás porque nunca se ha tenido como verdadera meta el alivio de la pobreza, sino el enriquecimiento de algunos, la perpetuación y extensión del sangrante sistema bancario a través de un nicho de mercado antes inalcanzable: los pobres. Así que de repente el microcrédito pasa de ser el hijo pródigo a ser el proscrito. Ni tanto ni tan calvo. Como todo en esta vida ningún extremo es bueno. Ni el microcrédito es el milagro anti-pobreza, ni es el timo de la estampita. Como todo, depende del cómo.







En mi opinión el microcrédito es una herramienta muy interesante para combatir la pobreza, como hay muchas. Pero no creo que sea ni la única, ni que sea la panacea. Mi experiencia en el sector es limitada, pero es directa y palpable. Creo que muchas organizaciones se han lanzado a la moda de esta herramienta, aprovechando el tirón universal, en muchas ocasiones sin tener ningún conocimiento al respecto, y ya lo decía mi abuela,“con el dinero no se juega”. Mi gran aprendizaje es que en el momento en que el dinero se mete de por medio, ya sea entre amigos, familia o socios, la potencialidad de un conflicto crece exponencialmente.  Mejor pensarlo dos veces…

En los últimos casi 3 años he diseñado y ejecutado varios programas de microcréditos, y me he encontrado con todo: personas que han salido adelante y han mejorado y crecido gracias a varios préstamos, personas que no necesitaban ningún crédito pero querían probar, personas que no lo podían pagar desde el inicio y aún así lo pedían, personas que no tenían ninguna intención de devolver el préstamo, personas que se han visto obligadas a tomar el préstamo para pagar otro (sin decirlo), personas que tomaban el préstamo para un propósito diferente al que firmaban, personas que tomaban un préstamo para iniciar un negocio del cual no tenían conocimiento alguno, personas que no han podido devolver el préstamo por fuerzas de causa mayor, … a muchas les fue bien, a otras regular, a otras mal y a algunas muy mal, como digo, de todo.


No hay ningún préstamo igual al otro, sino tantos diferentes como micro-prestatarios. Cuando empecé a trabajar en esto no tenía ni idea, y además pensaba, “yo en mi vida he pedido un préstamo a un banco, y si puedo seguiré sin hacerlo. ¿Cómo voy a dedicarme yo a esto?” Quizás lo más duro para mí haya sido el tener que ir a reclamarle a estas personas el pago de su cuota correspondiente. Es horrible recordarle a alguien que te debe dinero, aunque no le conozcas. Yo nunca he podido olvidar que el objetivo final de los préstamos es ayudar a la gente, y si no lo conseguimos, entonces algo hemos hecho mal. La responsabilidad de que alguien no devuelva un préstamo no es exclusiva del prestatario, muchas veces el problema está en la raíz, en la institución que lo concedió.

Hace poco, cuando me despedía de la gente de Dominicana que trabaja en este tema (Sur Futuro), hacíamos un resumen de nuestros aprendizajes conjuntos sobre los microcréditos:
1.      No todo el mundo está capacitado para montar un negocio: no todos somos micro-empresarios en potencia. Aunque haya muchos pobres que sacar de la pobreza, el microcrédito no es un “café para todos”.
2.      Las condiciones de los préstamos han de ajustarse a la naturaleza de las personas y de los negocios.
3.      Hay que entender las necesidades reales de las personas: no todas las personas necesitan un préstamo para el mismo fin.
4.      Si la persona que quiere un préstamo no tiene una fuente de ingresos con que pagarlo, no le des un préstamo, no te pagará o tendrá que pedir otro préstamo para pagarte…y así sucesivamente, hasta que pase del círculo de la pobreza al círculo del eterno endeudamiento. Ayúdale de otra manera.
5.      Los microcréditos por sí solos no son más que dinero que cambia de manos: no necesariamente va a ser invertido de manera que genere una mejora o crecimiento. Para que el microcrédito tenga más posibilidades de éxito, es imprescindible apoyar al prestatario con programas de capacitación. Esto sí que puede hacer la diferencia a largo plazo.



6.      Debido a la gran competencia que hay en el sector, muchas veces el microcrédito casi se percibe como un regalo, casi tienen más interés las instituciones en darlo que los prestatarios en recibirlo.¡Bienvenidos al sistema!
7.      En el momento en que los microcréditos, su gestión y su rentabilidad se conviertan en la prioridad, dejaran de tener como objetivo la ayuda.
8.     Si un microcrédito no funciona, puede ser por el prestatario, pero también porque no hemos hecho un buen análisis de su situación y de la conveniencia  o no de darle un préstamo. Esto es importante, no sólo para asegurarnos un retorno, sino porque no hay nada peor que el sobre-endeudamiento: que pone a las personas en una situación aún peor a la inicial.




Parece una paradoja: salir de un círculo para meterse en otro.  Todo esto me ha hecho replantearme la forma en la que quiero seguir haciendo mi trabajo. Porque, que quiero seguir trabajando para ayudar a las personas a salir de la pobreza lo tengo claro. Pero ¿cómo? De momento me he decantado por seguir la línea de los grupos de ahorro y crédito comunitarios, usando la metodología  de la Asociación de Comunidades Autofinanciadas (ACAF). Ellos dan un paso más: de Mohammed Yunnus y su “los pobres son financiables”, llegamos a “los pobres son auto-financiables”. Creo que esto va mucho más con mi naturaleza independiente, rebelde y auto-suficiente. Nada de tener que acudir a una IMF o institución para que nos ayuden: nosotros mismos, la comunidad, los amigos, podemos ayudarnos entre nosotros. Y de paso, nos enseñamos unos a otros:  y ya se sabe, la educación es el principio del saber, del discernimiento, del poder de elección  y del poder de decisión, de la libertad. Yo lucho por eso, por que todas las personas de este mundo, en especial las mujeres, accedan a la educación que les permita elegir su camino de vida libremente, alzando su voz ante la sociedad y los demás.


2 comentarios:

Moi dijo...

Me ha encantado Ari! Para mi, que estoy fuera de este mundo, ha sido super esclarecedor y además motivador... Te sigo, te apoyo y te quiero sister. Un besazo y GRACIAS por compartir y por ser como éres!

Cris dijo...

Fantástico el report Ari!!!!! A mi también me ha ayudado muchísimo a entender el tema y personalmente, comparto tus conclusiones.
Te queremos y te echamos de menos!!!!