jueves, 12 de enero de 2012

Puntos de Inflexion


Un punto de inflexión  es un punto donde se producen cambios desde un estado estable hacia otro también estable, pasando, eso sí, por un estado inestable. Después de que el punto de inflexión ha sido pasado, y la inestabilidad también, ocurre una transición a un nuevo estado. El evento de inflexión puede ser irreversible, es decir, no hay vuelta atras.

En mi vida he vivido varios de estos puntos y, como decía Steve Jobbs sobre los "connecting dots", al mirar atrás, se entiende mejor el porqué de alguno de estos puntos y las conexiones entre ellos, antaño incomprensibles:

Primero: 12 años. Mis padres deciden, por motivos económicos más que justificados, cambiarnos de colegio. Así que yo paso de ser una niña que corre libremente por el bosque cercano al cole, que protagoniza musicales al más puro estilo londinense y que da rienda suelta en inglés a su lado creativo en compañía de amigas y amigos de todo el mundo, sin importar religión, idioma o color,  a ser una niña tachada de marimacho y negra por compañeras blancas y perfectas que visten todas iguales, se escandalizan ante el sólo nombramiento de un chico, que no entienden porqué me gusta jugar al fútbol y miran con desdén e inferioridad el origen dominicano de mi madre.  Sin mencionar que suspendo el examen de nivel de matemáticas porque divido al revés, no entiendo porqué nos tenemos que aprender la maldita tabla de los elementos de memoria (a mi me parece una pérdida de tiempo porque está claro que se me va a olvidar), no tengo ni idea de las cientos de oraciones que hay que rezar, mis padres menos, con lo cual no me las pueden enseñar… y la directora me quiere suspender porque no soporta la explosiva combinación de buenas notas y rebeldía. ¿Os imagináis el panorama?

Conclusión: por primera vez soy consciente de un trato discriminatorio e inferior por mi condición de raza e ideología y, claro está, debido a mi necesidad de sobrevivir decido adaptarme al medio: me aprendo la maldita tabla, divido al revés, no digo públicamente que estoy a favor del divorcio y rechazo mi origen dominicano. ¡Eso sí, me niego a ir a ningún retiro! La rebeldía natural en mí va en aumento…



Segundo:  20 años. Mi primer novio y amor decide venir conmigo a USA a estudiar un verano. Resulta ser un desastre, yo me siento agobiada y atada y, después de casi 4 años de relación y un camino al altar bastante pronosticado, yo decido que quiero volar. Renuncio al que ahora sé hubiera sido mi alma gemela, en favor de mi libertad de experimentar y volar. Me vuelvo miope y mis ojos cambian a color verde.

Conclusión:  descubro que mis ansias de libertad son mayores que las de tener una historia de príncipe azul aunque, como a la mayoría de las niñas, me siguen pesando las enseñanzas de Walt Disney y confío en que aún soy joven y más adelante aparecerá EL príncipe. Ah, ¡y nada es imposible!


Metamorfosis de unos ojos...

Tercero: 26-27 años. Segunda vez en mi vida que experimento el rechazo a mi persona por mi ideología liberal y mi origen caribeño. Esta vez de manos de la familia de otro “príncipe”: tengo una carrera universitaria, gano casi lo mismo que su hijo en la misma empresa, hablo mejor inglés y además francés, perooooo, estoy a favor de vivir en pareja y puedo tener un hijo morenito y ellos, que tienen un hijo que parece moro, no pueden aceptar esta deshonra en la familia. Nuevamente pueden más mi fidelidad a mi verdad y mis ansias de libertad, y al ver que mi novio, no sólo no quiere volar conmigo sino que estar con él supone suscribirme a un tipo de vida que no quiero, vuelvo a elegir la libertad…¡Adiós Príncipe Moro! Eso sí, tardo poco en caer en las redes de otro Príncipe...

Conclusión: Mi cuerpo sigue teniendo una clara tendencia a la libertad: quiere seguir viajando y conociendo mundo, culturas, idiomas, gentes. Sin embargo mi mente sigue sin aceptar mis constantes escarceos al margen de la sociedad, sigo sin aceptar que mi estilo de vida es diferente y por eso caigo en las redes de un nuevo príncipe en busca de una aprobación social que aún me pesa. Sigo rechazando mis orígenes.

Cuarto: 31-33 años.  Resultó que el príncipe fue perfecto para olvidar al otro, pero no trajo el amor de cuento que aprendí de pequeña. Así que después de una crisis de ansiedad y una medio depresión dejo a mi pareja (uno de los hombres que más me ha querido y mejor e ha tratado) y decido seguir los pasos de Neo, me tomo la pastilla roja y aparezco en la India. Este país y conocer a Vicente Ferrer me cambian la vida, decido que no quiero volver a Matrix y emprendo una aventura de vida que me llevará a dejar mi relación más larga (12 años de contrato) y a un descubrimiento personal muy necesario para saber lo que me hace feliz y cómo evitar futuras crisis de ansiedad. Descubro el Yoga y la meditación como vías para acallar mi rápida, inquieta, exigente e insatisfecha mente. Aprendo a aceptar que no soy perfecta. Cambio polvos, champúes y cremitas por desarrollo, mujeres, pobreza y oportunidades de educación. En la fundación, con 33 años, descubro por fin que no quiero ningún príncipe después de tener la oportunidad de besar a un sapo que me desafia: aunque sea MI príncipe no pienso arriesgarme… La familia de mi ex – ex sufre la deshonra de que su segundo hijo se case con una separada con un hijo.... si es que ya lo decía una gran persona, "el que esté libre de pecado que tire la primera piedra..."


Con Vicente Ferrer, fuente de inspiración, confianza y amor
En India descubro mi interés por el desarrollo y empoderamiento
 de las mujeres en el mundo
Conclusiones:
1. “Nunca es tarde si la dicha es buena”, o “más vale tarde que nunca”. No hay que dejar de hacer lo que nos pide el corazón, ¡da igual la edad o condición! Nuestra salud nos lo agradecerá.
2.   El tiempo pone a cada persona en su lugar y le da a cada persona las lecciones de vida que le tocan.
3.  Toda mi vida creyendo que quería un príncipe cuando en realidad lo que quiero es descubrir a la princesa que llevo dentro y liberarla, ¡¡¡dejarla volar!!!
4.  Llevo 20 años buscando en el entorno equivocado… a mi no me va la tradición, yo tengo mi propia forma de hacer las cosas y no busco un príncipe sino un “compañero que quiera viajar conmigo por esta vida” (enseñanza de mi querido Vicente Ferrer).

Quinto: 37 años. Por fin acepto mi condición de hija de inmigrante, de mestiza, de caribeña. Mi experiencia de vida en Rep. Dominicana y Haití me reconcilia con mis raíces y con mi increíble madre. Me gusta mi parte de sangre negra, por fin puedo llevarla con el honor de quién a los suyos se parece. Descubro que me gusta mi estilo de vida, que no envidio nada a las parejas perfectas de cuento con casas, coches e hijos perfectos. No tengo casa, ni pareja, ni hijos, ni posesiones, sólo un coche viejo y muchas ganas de seguir volando. No sigo el guión social y me gusta. No me gusta este sistema y estoy dispuesta a luchar por uno nuevo, me lleve a donde me lleve. Me gusta mi nuevo trabajo.


Yo feliz en la Isla de mi madre....


Mi queridísima y guapísima familia medio española medio dominicana

Conclusión:  somos mitad nuestra madre y mitad nuestro padre y hasta que no aceptamos esto y a ambos, nunca podremos ser “íntegros, completos ni felices”.  Esta lucha contra nuestra verdadera naturaleza es infértil e inútil y antes o después nos gana la batalla o,sino, enfermamos.  Pero si hacemos caso a nuestro instinto, preparaos para “flipar”.

Sexto: 39-40 años. Tengo un trabajo que me encanta, pero algo en mi interior dice que sigue faltando algo… ¡y no se trata de un Príncipe! Sigo empeñándome en hacer mi vida en el Madrid que me vio nacer y esperar a poder tener aquí la vida que siempre he soñado.  Por fin acepto que Madrid y su tradición no van conmigo. Sigo mi instinto, me pongo el mundo por montera, dejo mi trabajo, hago la mochila y emprendo rumbo a Oriente en busca de una nueva vida. Empiezo de cero. Aún me queda media vida, no tengo nada que perder y mucho que ganar.  No tengo ni idea de adónde me llevará, pero decido confiar en mi instinto.

Conclusión: Hay que confiar en los mensajes que nos llegan desde adentro, no los de afuera. Gracias a esto la princesa está contenta. Tiene su libertad, vuela todo lo que quiere y cuando quiere, hace lo que siempre le ha gustado hacer: conocer gente nueva, culturas, idiomas y razas diferentes, y luchar para que puedan mejorar cada día. Está orgullosa de sus orígenes, de sus experiencias de vida, al fin y al cabo todas ellas la han llevado a donde se encuentra hoy. Se siente plena en la mitad del camino, lista para esta nueva etapa y todos los puntos de inflexiones que pueda traer. Confía en que si llegan serán para mejor.



Gracias a todos los protagonistas de los diferentes puntos de inflexión en mi vida por haberme ayudado a seguir mi propio camino, a pesar de las dificultades, por haberme inspirado para no conformarme, por haber puesto vuestro granito de arena en mi camino de vida particular. Y gracias a mi familia y amigas por su constante apoyo, a pesar de no estar siempre de acuerdo con mis movimientos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

interesante!

Teresa dijo...

mmmmmm.....
Después de leer esto no entiendo tu último correo..

German dijo...

Arianne. Eres un crack. Siempre te admiré y lo seguiré haciendo sean cuales sean tus caminos. Sigue despertando consciencias.